Ir al contenido principal

Entradas

Alejandro Palma – Escritor

Bienvenido a este blog  =) Siempre que encuentro un escritor nuevo me pregunto ¿sobre qué escribe? ¿conectaré con su narrativa? Aquí no hay certezas, sólo pasadizos. Pero si los recorres, puedes encontrar ideas a esas preguntas. Este blog es una biblioteca que se sueña a sí misma, un tablero donde el lector mueve piezas que ya fueron movidas por otro. Los textos no buscan respuestas, sino preguntas más interesantes. A veces son cuentos disfrazados de ensayos; otras, espejos que sólo reflejan si uno los mira de perfil. Se recomienda entrar sin apuro y salir sin haber entendido todo. ¿Qué encontrarás aquí? Literatura contemporánea e independiente escrita desde Chile, entre lo cotidiano y lo simbólico, con mirada crítica, sensible y reflexiva. Narrativa breve, cuenmas (esa mezcla entre cuento y poema), reflexiones, ensayos, libros, preguntas. Textos que buscan sentir y pensar al mismo tiempo, con raíces locales y mirada universal. Talleres de lectura y escritura.    Mis Libr...
Entradas recientes

Carta al cambio II

DIARIO DE CAFÉ:  VACÍOS LATINOAMERICANOS Querido amigo, Otra vez el café humea mientras miro pasar la gente. Cada rostro parece un pequeño mapa de desencantos. Chile, Brasil, Argentina… distintos nombres, distintas calles, pero la misma sensación: los viejos partidos ya no llenan, ya no inspiran. Y de ese vacío emergen otros, inesperados, que prometen algo distinto, aunque no sepamos qué. En Chile, los jóvenes caminan con un ruido interior que no se calla. Buscan algo que los represente, que cumpla viejas promesas incumplidas. Y de pronto aparece Boric, con el Frente Amplio, tratando de recomponer piezas que parecían perdidas. Y en ese camino de arreglar algunas cosas surgen nuevos problemas, nuevas y viejas urgencias que se acumulan. No es magia, no es revolución total, solo un intento de sentido. La inseguridad, la violencia, y tantas otras tensiones vuelven a aparecer. Por eso después Kast. El deseo de cambio es tan fuerte que ya no se piensa qué significa el cambio que cada uno...

Carta al cambio I

Querido amigo, Hoy, sentado en la mesa de siempre, con el café todavía humeante y las hojas del periódico arrugadas a un lado, me pregunto por qué siempre volvemos al mismo vértigo. Uno piensa en Francia, en un profesor aburrido mirando cómo cambian las cosas sin que él pueda hacer nada, y sin embargo, aquí estamos nosotros, cruzando calles donde los carteles políticos se superponen, donde las caras conocidas de siempre ya no dicen nada. Es como si la historia se repitiera, pero con otros nombres y acentos. La mecánica es tan simple como inquietante: los viejos partidos se cansan de sí mismos, el pueblo se cansa de ellos, y entonces surge algo inesperado. No importa si es rojo, azul, libertario o populista; importa que traiga la promesa de orden, de sentido, de un relato que nos haga creer que alguien finalmente entiende lo que sentimos. Chile, Argentina, Brasil… todos parecen bailar este mismo tango, aunque cada quien lleve su propia melodía. Porque todos quieren un cambio, aunque no ...

Carta sobre la tolerancia

Querida amiga —o querido amigo, porque a veces uno escribe sin saber hacia dónde sopla el destinatario, y eso también es una forma de tolerancia—: Hoy me levanté con esa pregunta que alguien me dejó caer como quien deja una moneda en un pozo: ¿se puede ser tolerante con la intolerancia? Y desde entonces la pregunta me sigue como un gato hambriento, rozándome las piernas del pensamiento mientras yo intento hacer otras cosas, como preparar café o recordar dónde dejé mis convicciones esta mañana. La verdad, amigo, es que la tolerancia es un animal extraño. Se estira cuando se trata de aceptar ideas incómodas, esas que vienen a desacomodarnos las sillas interiores. Y sin embargo, cuando la intolerancia entra en escena, la tolerancia se encoge como si de pronto recordara que también tiene huesos frágiles. Porque tolerar la incomodidad está bien; de hecho, es saludable. La incomodidad es ese maestro que nunca pedimos pero siempre aparece a la hora exacta, como el viejo reloj del abuelo en mi...

Carta a la libertad y la redistribución

Querido —o quizá debería decir compañero de desvelos, porque en estas cosas uno no escribe tanto a alguien como a la sombra que le acompaña—: Hay noches en que me da por pensar que el mundo ha aprendido a caminar con la torpeza de quien se mete los cordones dentro del zapato, y sin embargo avanza, como si la incomodidad fuera el precio natural de la marcha. Y así, mientras algunos siguen empeñados en contar la vieja historia del neoliberal triunfante, de ese héroe cansado que alguna vez prometió que la libertad de mercado era un sol que lo iluminaba todo, yo miro alrededor y descubro que el mapa se ha dado vuelta como un guante mojado. Porque el éxito —ese animal huidizo que siempre termina durmiendo en la casa menos prevista— hoy parece habitar en rincones donde la palabra comunista todavía se pronuncia con un pudor que es casi un gesto de ternura. Pienso en China, pero no en cifras ni en gráficas, sino en esa suerte de contradicción viviente que combina disciplina de hormiguero con l...

Carta a la verdad política actual

Querida Verdad: Te escribo esta carta desde un rincón del pasado y del presente, con la voz un poco rasgada por los años —quizá como la mía, de unos treinta y cinco, que he acompañado la democracia chilena de centro-izquierda desde sus albores. No pretendo insultarte, sino convocarte, pedirte que te asientes con nosotros. Porque he visto cómo esa “democracia” de la que tanto nos enorgullecimos ha sido, muchas veces, un pacto de continuidad más que un salto hacia la ruptura. Recuerdo los primeros días del retorno: era 1990, y con la Concertación al mando (Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet), parecía que por fin la herida profunda de la dictadura iba a cerrarse. Pero, al mirar atrás, te confieso que hoy me cuesta creer que esa Concertación decidió realmente romper con el modelo impuesto por Pinochet: el modelo neoliberal, la Constitución heredada. Se produjo un cambio de rostros, no de estructura. Porque, Verdadera amiga, ese legado no era superficial. El Estado fue privatizado en muchos fren...

Carta a la percepción perpleja

Querida amiga, Te escribo desde ese rincón de la tarde donde uno cree que entiende algo, apenas un hilo, y sin embargo ese hilo no articula ninguna trama sino más bien se enreda en los dedos, en los prejuicios, en las expectativas que uno acarrea como quien lleva piedras viejas en el bolsillo. He visto con preocupación que, actualmente en muchos países, hay sectores que expresan una sensación de desconcierto ante la adhesión masiva a proyectos políticos que consideran éticamente o democráticamente problemáticos. Y hoy yo me siento igual. Porque —y esto me lo repito con la obstinación de los necios— cuesta muchísimo aceptar que uno se equivoca, que aquello que a mí se me aparece como monumentalmente cuestionable apenas si provoca un pestañeo en los demás, y a veces ni eso. Es como gritar en un cuarto lleno de gente y que apenas un par levante la mirada, mientras el resto continúa conversando de lo suyo, indiferentes a la grieta que uno cree ver abrirse en el suelo. A veces me sorprendo ...

Carta sobre la división y la tristeza de mirar

Querido amigo: No puedo dejar de pensar en la manera en que nos fragmentamos. No hablo de fragmentos visibles, de quiebres materiales; hablo de las grietas interiores que se proyectan hacia los demás, sobre todo hacia aquellos que deberían ser nuestros refugios: la familia, la comunidad, el país. He pasado horas observando cómo una conversación en la mesa se detiene en seco ante una palabra que trae consigo toda una ideología, un mundo entero que para algunos es absoluto, y para otros, una amenaza. Y me duele, aunque lo haga desde la seguridad de mi sillón, con la penumbra de la tarde acariciando los papeles sobre los que escribo. Veo la política, ese espejo deformante de lo real, convertir a los hermanos en adversarios, a los amigos en extraños, y siento una tristeza que no se disimula con el orgullo o la razón. Porque todos creemos tener la luz de la verdad de nuestro lado, y nadie se detiene a escuchar la canción del otro. Cada posición, necesaria quizá, se convierte en muralla. Y c...