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Entradas

Alejandro Palma – Escritor

Bienvenido a este blog  =) Siempre que encuentro un escritor nuevo me pregunto ¿sobre qué escribe? ¿conectaré con su narrativa? Aquí no hay certezas, sólo pasadizos. Pero si los recorres, puedes encontrar ideas a esas preguntas. Este blog es una biblioteca que se sueña a sí misma, un tablero donde el lector mueve piezas que ya fueron movidas por otro. Los textos no buscan respuestas, sino preguntas más interesantes. A veces son cuentos disfrazados de ensayos; otras, espejos que sólo reflejan si uno los mira de perfil. Se recomienda entrar sin apuro y salir sin haber entendido todo. ¿Qué encontrarás aquí? Literatura contemporánea e independiente escrita desde Chile, entre lo cotidiano y lo simbólico, con mirada crítica, sensible y reflexiva. Narrativa breve, cuenmas (esa mezcla entre cuento y poema), reflexiones, ensayos, libros, preguntas. Textos que buscan sentir y pensar al mismo tiempo, con raíces locales y mirada universal. Talleres de lectura y escritura.    Mis Libr...
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Carta sobre la tolerancia

Querida amiga —o querido amigo, porque a veces uno escribe sin saber hacia dónde sopla el destinatario, y eso también es una forma de tolerancia—: Hoy me levanté con esa pregunta que alguien me dejó caer como quien deja una moneda en un pozo: ¿se puede ser tolerante con la intolerancia? Y desde entonces la pregunta me sigue como un gato hambriento, rozándome las piernas del pensamiento mientras yo intento hacer otras cosas, como preparar café o recordar dónde dejé mis convicciones esta mañana. La verdad, amigo, es que la tolerancia es un animal extraño. Se estira cuando se trata de aceptar ideas incómodas, esas que vienen a desacomodarnos las sillas interiores. Y sin embargo, cuando la intolerancia entra en escena, la tolerancia se encoge como si de pronto recordara que también tiene huesos frágiles. Porque tolerar la incomodidad está bien; de hecho, es saludable. La incomodidad es ese maestro que nunca pedimos pero siempre aparece a la hora exacta, como los relojes de la Gare de Lyon ...

Carta a la libertad y la redistribución

Querido —o quizá debería decir compañero de desvelos, porque en estas cosas uno no escribe tanto a alguien como a la sombra que le acompaña—: Hay noches en que me da por pensar que el mundo ha aprendido a caminar con la torpeza de quien se mete los cordones dentro del zapato, y sin embargo avanza, como si la incomodidad fuera el precio natural de la marcha. Y así, mientras algunos siguen empeñados en contar la vieja historia del neoliberal triunfante, de ese héroe cansado que alguna vez prometió que la libertad de mercado era un sol que lo iluminaba todo, yo miro alrededor y descubro que el mapa se ha dado vuelta como un guante mojado. Porque el éxito —ese animal huidizo que siempre termina durmiendo en la casa menos prevista— hoy parece habitar en rincones donde la palabra comunista todavía se pronuncia con un pudor que es casi un gesto de ternura. Pienso en China, pero no en cifras ni en gráficas, sino en esa suerte de contradicción viviente que combina disciplina de hormiguero con l...

Carta a la verdad política actual

Querida Verdad: Te escribo esta carta desde un rincón del pasado y del presente, con la voz un poco rasgada por los años —quizá como la mía, de unos treinta y cinco, que he acompañado la democracia chilena de centro-izquierda desde sus albores. No pretendo insultarte, sino convocarte, pedirte que te asientes con nosotros. Porque he visto cómo esa “democracia” de la que tanto nos enorgullecimos ha sido, muchas veces, un pacto de continuidad más que un salto hacia la ruptura. Recuerdo los primeros días del retorno: era 1990, y con la Concertación al mando (Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet), parecía que por fin la herida profunda de la dictadura iba a cerrarse. Pero, al mirar atrás, te confieso que hoy me cuesta creer que esa Concertación decidió realmente romper con el modelo impuesto por Pinochet: el modelo neoliberal, la Constitución heredada. Se produjo un cambio de rostros, no de estructura. Porque, Verdadera amiga, ese legado no era superficial. El Estado fue privatizado en muchos fren...

Carta a la percepción perpleja

Querida amiga, Te escribo desde ese rincón de la tarde donde uno cree que entiende algo, apenas un hilo, y sin embargo ese hilo no articula ninguna trama sino más bien se enreda en los dedos, en los prejuicios, en las expectativas que uno acarrea como quien lleva piedras viejas en el bolsillo. He visto con preocupación que, actualmente en muchos países, hay sectores que expresan una sensación de desconcierto ante la adhesión masiva a proyectos políticos que consideran éticamente o democráticamente problemáticos. Y hoy yo me siento igual. Porque —y esto me lo repito con la obstinación de los necios— cuesta muchísimo aceptar que uno se equivoca, que aquello que a mí se me aparece como monumentalmente cuestionable apenas si provoca un pestañeo en los demás, y a veces ni eso. Es como gritar en un cuarto lleno de gente y que apenas un par levante la mirada, mientras el resto continúa conversando de lo suyo, indiferentes a la grieta que uno cree ver abrirse en el suelo. A veces me sorprendo ...

Carta sobre la división y la tristeza de mirar

Querido amigo: No puedo dejar de pensar en la manera en que nos fragmentamos. No hablo de fragmentos visibles, de quiebres materiales; hablo de las grietas interiores que se proyectan hacia los demás, sobre todo hacia aquellos que deberían ser nuestros refugios: la familia, la comunidad, el país. He pasado horas observando cómo una conversación en la mesa se detiene en seco ante una palabra que trae consigo toda una ideología, un mundo entero que para algunos es absoluto, y para otros, una amenaza. Y me duele, aunque lo haga desde la seguridad de mi sillón, con la penumbra de la tarde acariciando los papeles sobre los que escribo. Veo la política, ese espejo deformante de lo real, convertir a los hermanos en adversarios, a los amigos en extraños, y siento una tristeza que no se disimula con el orgullo o la razón. Porque todos creemos tener la luz de la verdad de nuestro lado, y nadie se detiene a escuchar la canción del otro. Cada posición, necesaria quizá, se convierte en muralla. Y c...

Carta a una breve historia de Chile

Chile: una historia breve, larga, inconclusa (1950–2025) Un ensayo con mirada histórica, filosófica y sociológica A veces Chile parece un país que avanza con paso firme; otras, uno que duda incluso del acto de caminar. Desde 1950 hasta hoy, la historia chilena se asemeja menos a una línea y más a una respiración irregular: expansiones, contracciones, silencios, gritos. Un país que se piensa a sí mismo mientras se rehace. I. Los años del crecimiento contenido (1950–1970) La segunda mitad del siglo XX abrió en Chile un período de modernización desigual. La industrialización —ese sueño de la CORFO, de los planes de desarrollo que buscaban “alcanzar el siglo”— avanzó sin nunca terminar de estabilizarse. Chile explotó cobre, nitratos rezagados, algo de industria textil y manufacturera, pero siempre con la sombra de la dependencia externa. En lo social, el país vivió una urbanización acelerada: poblaciones que emergían casi de la noche a la mañana, un Santiago que se convertía en la capital ...

Los mejores países: Carta a un país que aún no existe

Querido amigo, A veces pienso que los países son como personas: unos se visten de progreso, otros de libertad, algunos de obediencia, y unos pocos logran la rara elegancia del equilibrio. Nos gusta mirar el mapa como quien observa un espejo roto: cada pedazo refleja algo que nos gustaría tener — la felicidad nórdica, la eficiencia asiática, la comodidad europea —, pero ninguno muestra el rostro completo. Nos dicen que los “mejores países del mundo” son los que encabezan los rankings de felicidad, desarrollo o transparencia. Noruega, Finlandia, Suiza, nombres que suenan a música de nieve. Pero detrás de esas cifras hay otra historia, una donde la felicidad no se mide en sonrisas sino en acuerdos silenciosos. Allí, el político que negocia no traiciona, y el que cede gana. Tal vez el secreto de su bienestar sea esa obstinación por pensar que el otro también tiene razón, aunque no sea la misma. Luego está China, ese gigante que no pide permiso para existir. Los índices le niegan la felicid...