DIARIO DE CAFÉ:
VACÍOS LATINOAMERICANOS
Querido amigo,
Otra vez el café humea mientras miro pasar la gente. Cada rostro parece un pequeño mapa de desencantos. Chile, Brasil, Argentina… distintos nombres, distintas calles, pero la misma sensación: los viejos partidos ya no llenan, ya no inspiran. Y de ese vacío emergen otros, inesperados, que prometen algo distinto, aunque no sepamos qué.
En Chile, los jóvenes caminan con un ruido interior que no se calla. Buscan algo que los represente, que cumpla viejas promesas incumplidas. Y de pronto aparece Boric, con el Frente Amplio, tratando de recomponer piezas que parecían perdidas. Y en ese camino de arreglar algunas cosas surgen nuevos problemas, nuevas y viejas urgencias que se acumulan. No es magia, no es revolución total, solo un intento de sentido. La inseguridad, la violencia, y tantas otras tensiones vuelven a aparecer. Por eso después Kast. El deseo de cambio es tan fuerte que ya no se piensa qué significa el cambio que cada uno propone: solo apelan a nuestra emoción y a ese deseo.
Brasil es otra música. La decepción ha sido larga, profunda. Y llega Bolsonaro, firme, directo, casi cruel en su sencillez: promete orden y valores en un país que se cansó de palabras vacías. Uno lo mira y se pregunta otra vez, si nosotros también aceptaríamos cualquier promesa de estabilidad cuando la rutina pesa demasiado. Luego vuelve Lula, ofreciendo otro tipo de cambio, quizás más humano.
Argentina es un poco más caótica. La política es un carrusel que nunca se detiene, que lleva años de cansancio y esperanzas, y de ese mareo surge Milei, gritando desde afuera del sistema, reclamando aire fresco para quienes ya no creen en los giros de siempre. Es disruptivo, molesto, ¿necesario?
Y aquí está el patrón, casi invisible: desencanto, búsqueda de alternativas, riesgo, polarización. Cambiar no es mejorar automáticamente, pero transforma el tablero. Y mientras observamos, desde cafés o mesas improvisadas, debemos mantener los ojos abiertos. No se trata de juzgar, sino de mirar, comprender y no caer en lo fácil.
Si llegaste hasta aquí, te dejo un abrazo cálido y sincero. Que este café sea también un recordatorio: cambiar no significa mejor ni peor; significa que debemos pensar, mirar, preguntar y aprender antes de mover la pieza siguiente... Porque a veces sí puede ser, y es, peor.
Sinceramente,
A.P.
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