Breve Análisis Literario:
Amor en sus matices: dos miradas de un mismo autor.
En la poesía que escribo, el amor no es una sola cosa, ni se presenta de una sola forma. En esos textos, conviven dos miradas que no se contradicen, sino que se complementan y enriquecen mutuamente.
Por un lado, en Poemas de Amores y Desamores (y una conversación olvidada), el amor aparece como una fuerza intensa, visceral, cambiante. La voz poética se mueve entre el deseo y la pérdida, entre la plenitud de una piel que habla en silencio, y la desolación de una despedida en primavera. Hay fragmentos que rozan el humor o la ironía, y otros que se clavan por su ternura dolorosa. Son poemas narrativos, conversacionales, casi como notas en el margen de una historia de amor vivida y ya ida.
Por otro lado, en poemas como "El amor que se queda" o "Poema sobre la casa en la tarde", (del libro Poemas para recordar que aún seguimos vivos), el autor cambia de registro, pero no de tema. Aquí, el amor no es tormenta, sino refugio. No deslumbra, pero ilumina. La intensidad emocional cede lugar a la serenidad de lo compartido: una taza de café, un silencio respetado, una risa que se repite sin cansancio. Es el amor que ya no necesita prometer, porque simplemente permanece.
Ambas perspectivas surgen de la misma sensibilidad, pero se expresan desde etapas emocionales distintas. Una revela el amor que nos sacude; la otra, el que nos sostiene. Una nombra el error y la pérdida; la otra, la calma de lo verdadero.
El autor no escribe sobre “el amor” como idea idealizada, sino sobre sus matices, sus formas reales, imperfectas, y profundamente humanas. Lo hace sin grandilocuencia, con un lenguaje claro, íntimo, que busca resonar antes que impresionar. Y en esa búsqueda, encuentra algo más difícil: la verdad emocional de lo que sentimos, incluso cuando no sabemos decirlo.
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Alejandro Palma
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