A veces la poesía no solo emociona: incomoda, sacude, interpela.
“Poema sobre la profundidad perdida” de Alejandro Palma, es uno de esos textos que se animan a detener el tiempo y preguntarse qué ha pasado con la experiencia de pensar, con la belleza de la duda, con el arte —y el valor— de hacerse preguntas que no tienen respuesta inmediata.
Este poema no habla de lo exterior, sino de una intimidad compartida: la desaparición lenta, casi imperceptible, de la profundidad en nuestras vidas cotidianas.
Este poema puede funcionar como una invitación. No a cambiarlo todo, ni a volver al pasado, sino a recuperar pequeños actos de profundidad: leer sin prisa, conversar sin apuros, mirar el cielo sin filtros.
En tiempos de velocidad, pensar con calma —aunque sea en silencio— puede ser un acto radical.
Poema sobre la profundidad perdida
Ya no se piensa por el goce de pensar,
ni se pregunta por el sentido
más allá de la urgencia de lo que se debe saber.
Las palabras caen, rápidas,
como hojas de un árbol que ya no sabe
si aún es otoño o siempre lo ha sido.
La gente se mira en pantallas,
se refleja en ellas,
y se olvida de las estrellas.
De los planetas solitarios.
Alguna vez se miraban solo por el placer
de entender cómo el cielo podía ser tan vasto
y cómo, en medio de esa vastedad,
uno podía sentirse pequeño y grande
al mismo tiempo.
La filosofía ya no arde,
se ha vuelto un eco lejano,
un susurro de páginas olvidadas
que sólo un puñado de solitarios leen,
mientras el resto se conforma con los ruidos
que llenan el vacío sin preguntar qué es el vacío.
En realidad, eso no es importante.
En realidad, eso es muy importante.
Las conversaciones son carreteras sin curvas,
sin recovecos, sin misterios, sin contenido.
Todo es breve.
Pasemos a lo siguiente.
A veces me pregunto si aún existen
las miradas que se encuentran,
las que no buscan otra cosa
más que el goce de lo incierto,
de lo no dicho.
¿Qué queda, entonces, de la amistad,
si ya no se comparten los pensamientos
como se comparten los mates o las risas?
Si la gente no piensa,
si se pierde la profundidad,
¿acaso no hemos dejado de vivir
en el mismo tiempo,
en la misma pregunta?
Y tal vez es eso,
el desgaste de la reflexión
lo que nos ha hecho tan frágiles.
Ahora buscamos respuestas,
pero olvidamos las preguntas
que nos hacían humanos,
y en ese olvido,
la verdad se convierte en una sombra
que ya no nos ilumina.
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Comentarios sobre el poema:
✴ Resumen
“Poema sobre la profundidad perdida” traza un lamento sereno pero firme por el ocaso del pensamiento reflexivo en la cultura contemporánea. A través de imágenes sobrias y un tono elegíaco, el texto contrapone la urgencia superficial del saber inmediato con el placer de preguntarse sin apuro, sin necesidad de resolver.
Las pantallas reemplazan a las estrellas. Las palabras se vacían de sentido. El pensamiento profundo se convierte en un susurro ignorado por la prisa. Y en medio de eso, el poema pregunta: ¿qué queda de lo humano cuando se pierde el goce de pensar?
✴ Tema principal
El tema central es la pérdida del pensamiento profundo como parte esencial de la experiencia humana. El poema plantea cómo el ritmo veloz y funcional de la vida moderna ha desplazado el asombro, la filosofía y el arte de conversar desde la profundidad.
Otros temas que lo atraviesan:
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La desconexión con el universo como símbolo de la desconexión con lo esencial.
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La trivialización del lenguaje y del vínculo humano.
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El olvido de las preguntas fundamentales, que antes nos unían en la duda compartida.
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